Hace unas semanas celebramos San Juan como siempre: rodead@s de gente bonita (fogata incluida), pero como nunca: con un manjar artístico de cocción lenta que nos regaló abrazos como los de casa y al que despedimos a la brasa.
Como buen plato de cocina de autor, este movimiento tiene nombre propio, más conciso que de costumbre entre esos fogones. “Akelarre” se le dijo, que para retahíla ya tenemos a los ingredientes que lo conformaron, entre los cuales me encuentro. Hemos sido un buen puñado de especias las que hemos avivado la lumbre con pinceladas y fotografías sobre la piel de esta particular hoguera, iniciativa del escultor Germán de los Ríos, chef del cotarro con el soplete en mano.
Abrimos boca tres años atrás, con un proyecto similar, aunque algo menos ambicioso pero, aún así, igualmente sorprendente. Y este año, a principios de mayo, Germán me contactó para explicarme su intención, que no era otra que crear una escultura de madera en la que fusionar trabajos de distint@s artistas para posteriormente quemar el conjunto resultante en la noche de San Juan. A diferencia de la construida en 2016, la estructura sobre la que se presentarían nuestras obras pasaría a ser mayor (3 metros y medio de altura), el emplazamiento de la misma también crecería considerablemente (la inmensa y preciosa campa de la Atalaia del Gardoki, Sopelana), lugar donde se crearían la mayor parte de las colaboraciones, que serían obras originales esta vez. Arte efímero por todo lo alto, que se note que somos de Bilbao. 😅
Y ahora tomen nota, que paso a relatarles la composición del caldo de cultivo de tan suculenta marmita y sus retoños de vida fugaz, que salpicaron de destellos la noche, ascendiendo como luciérnagas rumbo al cosmos que nos cubría con el encanto de su manto:
Germán de los Ríos (Escultura Akelarre), Cristina Larios (Caligrafía China, Arte), Celia Cuevas (Carac-ola), Jone Saitua (Zerura Begira), Latrini (Bruja), Idoia Carramiñana Miranda (Sutarako Bertsoak), Adirane Azkuenaga (Itsasoa Sutan), Aritz Laka (Akelarre Arde), Sergio Alonso (Fuego³), Teimuraz Tsitskishvili (San Juan y Jesús), Joseba Kortazar (Udaberri), Valentín Cañón Muguruza (Soledad), Delma Sales (Símbolo de Paz), Mi Cara B (proyecto Patchwork, sin título), Jesús María Fernández Hojas (Demonio) y servidora, Naroa Gutiérrez Gil (¿Tienes Fuego? -la pitis- & Ojito al Akelarre).
Est@s fuimos l@s artistas que nos encargamos de plasmar nuestra huella en los 5 cubos suspendidos sobre otro de mayores dimensiones que conformaban Akelarre. Pero a esta lista tendríamos que sumarle los nombres de un gran número de participantes de todas las estaturas y colores, que colocaron sus pinturas en los laterales del gran cubo base, de donde brotaban mediante ramas el resto de dados, alzando su vista al monte y al mar.
Todo este maravilloso conjuro se confabuló de manera altruista y trajo a mi vida a sublimes personas e inolvidables momentos, ¿existe enriquecimiento mayor? Lo dudo, porque estamos hablando del oro que el metal no puede comprar, de la luz que nos hace brillar.
¿Queréis echar un ojo a mi colaboración pictórica en esta obra única de mil corazones que, pese a su desintegración física, late potente en los nuestros? Con gusto os muestro lo que brotó de mis manos entre la clorofila de la hierba, el canto de las aves y la gente más preciosérrima del mundo:
A continuación os presento un texto que escribí acerca de este adorado Akelarre, con intención de expresar mi visión acerca de la Sanjuanada más artística con la que me he topado hasta el momento. Y el año que viene, ¿qué sucederá?
“Se acerca San Juan y el olor del humo impregnado en mi pelo, mi ropa y mi infancia, inunda mi memoria.
Se acerca el verano, los tirantes, las sandalias y las mejillas sonrosadas por el sol.
Y tras un año hormigueando, una bocanada de aire y algunos días para que la cigarra que llevamos dentro, extienda su hogar a la calle.
Y en la calle, ese día, una gran montaña de fuego en la que poder quemar todo aquello que no elegimos para nosotr@s y trasmutarlo en lo otro, en lo que sí nos hace feliz.
He ahí el quid de este asunto: hacer uso de todo eso que nos implusa a exteriorizar las más deliciosas versiones de quienes somos, ya sea la psicomagia o los procesos creativos, que en realidad son la misma cosa.
Akelarre: «Reunión de bruj@s para la realización de rituales y ceremonias mágicas».
Y eso es exactamente lo que es esta escultura: la materialización de la energía creadora por parte de un puñado de artivistas que decidimos regalar un pedacito de nuestro tiempo y nuestro hacer, para descubrir durante y tras dicho proceso, que realmente el regalo viajaba en dirección contraria: ha colisionado en nuestras almas y ya es imposible de sacarlo de ahí. Nos ha nutrido y germinamos más viv@s después de semejante accidente.
Por lo tanto, ¿efímero? En su aspecto exterior puede, pero en realidad, si miramos más allá de su su aparente cambio de volumen y textura, lejos de reducirse, ha crecido significativamente. La manifestación física de este arte colectivo es nimia comparada con la repercusión que ha tenido en nuestro interior a modo de airbag anímico, florido y hermoso.
Salir de tu rutina, los pies en la hierba, rayito de sol. El trino de los pájaros, pintar con artistas de todas las edades, conversar con ell@s, compartir, disfrutar. Las puestas de sol, sonrisas a diestro y siniestro, el imperativo de un gran txiki que surge de la nada exigiendo entusiasmado «¡yo quiero pintar!».
La chispa de sus ojos prenderá la hoguera que arderá ante los nuestros purificándonos. Al contrario de lo que se podría pensar, no sacrificaremos a nuestr@s hij@s: en realidad se trata del bendito resíduo de nuestro juego. La vivencia es lo que perdura en un movimiento hacia adelante sin fin, incluso cambiando de un estado a otro. Nos envuelve, nos moldea y, como en este caso, cuando la influencia es buena, nos eleva.
Con las personas nos sucede lo mismo e igualmente tod@s desapareceremos. Ilusoriamente. Un ensayo de la vida bailando como indi@s en torno al arte como nexo de unión. Una oda a ese otro gran txiki que proclamó a los cuatro vientos que lo esencial es invisible al ojo. En efecto, estamos hechos de momentos y ‘Akelarre’, si lo deseas, también serás tú”.
Algunas publicaciones (pincha para abrir):
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